Sicilia, el pequeño continente

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Sicilia, viñedos

Tendemos a asociar el nombre de Sicilia con imágenes de luz mediterránea, hermosas playas y monumentos históricos, no necesariamente con el vino. En España es particularmente difícil encontrar buenos vinos sicilianos, mientras que en los países del Norte europeo la mayor parte del vino siciliano se encuentra en la parte inferior de las estanterías de los supermercados. El turismo ayuda poco, porque el sector hotelero promociona poco el vino local (algo que también sufrimos en España, debo decir), y tiende a ofrecer vinos de calidad mediocre. Así, son pocos los afortunados que habiendo visitado Sicilia en vacaciones conservan recuerdos memorables de su vino.

Viñedo Feudo MontoniViñedo Feudo MontoniSin embargo, Sicilia tiene todo para ser considerada una de las zonas vinícolas más importantes, como ya lo fue en tiempos de la Magna Grecia. En primer lugar, Sicilia produce mucho, más de 6 millones de hectolitros de vino al año, es decir, más que Nueva Zelanda y Austria juntas.

Podemos encontrar en Sicilia un enorme rango de calidades, que de hecho abarcan todos los segmentos del mercado, desde el vino peleón al vino más icónico. Sicilia también ofrece una gran diversidad estilística, blancos, tintos y rosados, secos y dulces, con muy variadas expresiones. Pero lo que más me anima a escribir sobre Sicilia es que encontramos vinos absolutamente únicos, imposibles de copiar y que representan la cumbre de calidad en su propio estilo.

En los continentes, la diversidad de vinos es muy dependiente de factores tales como la latitud, la topografía y el clima, que varían en distancia. En su pequeño espacio, los pequeños continentes juegan en la altura, la topografía dramática y variedad de suelos para proporcionar diversidad. Sicilia es un pequeño continente, ya que ofrece una gran variedad de microclimas y suelos en un área relativamente pequeña.

Viñedos de Frank CornelissenViñedos de Frank CornelissenEl volcán Etna es la clave para tal variedad, gracias a su altitud, 3350 m, y su incesante actividad creadora de suelos volcánicos. La faceta creadora de los volcanes se suele olvidar frente al miedo que dan sus erupciones. Pero es apasionante prestar atención al milagro de los suelos volcánicos. Los volcanes representan la renovación en el ciclo de vida de la tierra y de los suelos, que una vez erosionados mueren arrastrados como sedimentos hacia el fondo marino, y renacen en forma de la lava arrojada por los volcanes. La propia juventud de los suelos volcánicos los hace poco fértiles en ladera. Son además suelos ácidos, que se hacen ideales para el cultivo de la vid en latitudes bajas como Sicilia (o Canarias, de las que hablaremos otro día). La asociación de ideas vino de calidad/piedra caliza, es manida y un poco una mítico-nacionalista, ya que sólo tiene sentido en condiciones muy específicas y altas latitudes. Altitud elevada, drenaje eficaz, mucha luz y el uso de uvas autóctonas hacen el resto del milagro del vino fino en el Etna.

Variedades de vino de Sicilia

La variedad de uva Nerello Mascalese encuentra su lugar favorito en la ladera norte del volcán. Los mejores vinos de Nerello Mascalese son poco colorados, con delicados aromas de cerezas, florales y balsámicos, una estructura en boca muy particular, de notable acidez, alto contenido de alcohol y un final sutil y largo. Los vinateros a menudo añaden color y taninos con el corte con Nerello Capuccio y/o envejecimiento en barricas. Yo prefiero el Mascalese puro con su identidad única.

Hermanos Tasca d’AlmeritaHermanos Tasca d’AlmeritaQuisiera destacar algunos viñadores. Federico Curtaz, un inmigrado desde las montañas del Piamonte que entiende a la perfección su nueva montaña, el Etna, produce su Musmeci Fessina (Mascalese 90%, 10% Capuccio), en un estilo tan voluminoso como sensual, de expresión original.

Frank Cornelissen, siendo belga, es un emigrante por partida doble, de norte a sur y de tierras bajas a las montañas. Quizá por eso se aprecia su intento casi filosófico de buscar la última esencia del Nerello Mascalese. Viticultura natural en antiguas terrazas de viñedos, pequeños rendimientos, cosecha muy tardía, y vinificación sin barricas ni SO2 ni clarificantes… Hay veces que encuentra el Santo Grial, como con su Munjebel Vine 8VA Alte’11, de genuina complejidad, pero otros vinos suyos son un poco excesivos, especialmente en términos de alcohol. Pero aun así, expreso mi admiración por su trabajo.

El tinto de Benanti, su clásico Rovitello’05 (80% Nerello Mascalese), concentrado y equilibrado, persistente, muestra otra expresión de la uva absolutamente recomendable.

El Etna alberga otra variedad específica, el Carricante blanco. Una especie de Riesling sureño con impresionante mineralidad, fruta sutil y compleja, buena acidez y final abierto. Benanti es mi productor favorito. Su Pietramarina es un vino largo, profundo y delicado, bonito, con buena capacidad de mejorarse con el envejecimiento en botella. Firriato produce otro Carricante notable, Cavanera: delicado, con notas anisadas, delicioso.


En el sureste de la isla, los suelos volcánicos son reemplazados por suelos arcillo-calizos, mientras que el clima se hace casi desértico. Esa zona parece ser un lugar inverosímil para vinos de terruño, al menos para aquellos que piensan que el terroir existe solamente en Borgoña o el Rhin. Y, sin embargo, si se quiere realmente entender la magia del terruño, se deben disfrutar los Nero d’Avola de Gulfi, en Pachino, Val di Noto. El viñedo es orgánico y de secano. Gulfi produce cuatro vinos de pago con expresiones bien diferenciadas, a niveles de calidad muy notables. El NeroBuffaleffj es simplemente hermoso, un placer de los sentidos con un balance mágico. El NeroBaronj es menos expresivo, pero probablemente más adecuado para una larga crianza. NeroMaccarj es el más rico y afrutado, NeroSanLoré más discreto y refinado. Y los cuatro juntos son una degustación inolvidable.

Más hacia el oeste, se llega a Vittoria, la tierra del Frappato, uva autóctona que da vinos de intensos aromas varietales, con kirsch, violetas, especias, sabroso cuando se vinifica en solitario (compruébenlo con el Frappato de Occhipinti), pero que se combina bien con el Nero d’Avola para dar el Cerasuolo di Vittoria DOC. Valle dell’Acate es un buen ejemplo, vivaz y alegre, con su 2006. Pero tal vez el vino más impresionante sea Tanè, un coupage de Nero d’Avola y Syrah, con aromas de regaliz y tinta, de concentración increíble, sedoso pero firme, muy potente.

El Nero d’Avola es la variedad por excelencia del centro de Sicilia. Siempre usada para producir vinos de pasto jugosos y a buen precio. Duca de Salaparuta popularizó el Corvo como vino de calidad a buen precio (un especie de Sangre de Toro a la siciliana), pero sobre todo demostró el potencial cualitativo de la Nero d’Avola con su vino Homónimo, Duca de Salaparuta. Después vinieron otros vinos emblemáticos que deslumbraron a los expertos. El Rosso del Conte de Tasca d’Almerita es casi una referencia obligatoria como grana vino clásico. Este vino tiene todo para seducir: la elegancia, estructura prieta, taninos de grano fino, la capacidad de envejecimiento, persistencia. El año pasado pude gozarme una cata vertical de este vino, y recuerdo las añadas 1989, 2001, 2004 y 2007 como excepcionales.

Giuseppe Benanti, viticultorGiuseppe BenantiEn un estilo diferente, construido sobre la opulencia, la intensidad frutal y el aporte evidente de la madera, el Santa Cecilia de Planeta es otro vino superior. La versatilidad de la Nero d’Avola se afirma con el “Mille e una notte” de Donnafugata, en un estilo más terroso y con gran densidad tánica, muy corposo, y se confirma con el vino más idiosincrático y personal, a veces precioso, otras menos conseguido, con gran variación en función de la añada, pero siempre sorprendente con sus aromas de fruta confitada y los finales muy abiertos, el Vrucara de Montoni.

Hay muchas otras variedades de la isla original, con notable potencial cualitativo, que sólo ahora está empezando a ser entendido. El Grillo, la variedad más común, no era el favorito de los profesionales debido a su carácter neutro, poco aromático. Uno de los productores más clásicos, Marco de Bartoli, más conocido por su marsala, muestra el potencial de Grillo con su “Grappoli del Grilllo” un manjar, delicado, intemporal. Ansonica es otra variedad hasta hace poco despreciada que Donnafugata he incluido en el diccionario de las grandes variedades con su Vigna di Gabri. Su 1998, degustado en el 2012, es de un refinamiento increíble, abierto y fresco, persistente.

No tengo espacio para hablar de los grandes vinos elaborados con otras uvas sicilianas, italianas o con variedades internacionales, o para cantar las excelencias de los vinos dulces de Favignana, Pantelleria y Lipari, del marsala, dejémoslo para otra vez. Pero espero haber ayudado a despertar cierta curiosidad sobre los vinos sicilianos, que créanme que se verá recompensada con gran placer. Este pequeño continente merece bien ser explorado.

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