Ningxia, o cómo crear un gran terruño en pocos años.

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¿Quién no ha leído y oído las historias, no por reales menos mágicas sobre los grandes terruños clásicos? Esas combinaciones casi milagrosas de unos suelos particulares con un clima y unas variedades de uva nos asombran y, a menudo, nos hacer pensar cuán afortunados son aquellos que encontraron ese regalo de la naturaleza.

Se dice que la mitad de la verdad es la peor de las mentiras, y en el caso del terruño a veces incurrimos en ello por olvidar el factor crucial detrás de todas y cada una de las grandes regiones clásicas: el ser humano. El vino es un producto natural, pero el gran vino es producto del afán del hombre. El vino es social: nunca hubo un gran vino sin un gran cliente. El gran terruño es tanto naturaleza como humanidad. Mientras que es probable que algunas tierras nunca darán grandes vinos, es seguro que ningún terruño existiría sin gente que lo haya creado.

Médoc era una zona de marismas hasta que desecaron los holandeses. Barolo era una región común hasta que decidieron hacer vino a la francesa. Napa se hizo grande cuando los americanos pudieron gastarse dinero en vino. Porto debe tanto al tratado de Mathuen como a sus socalcos.

Cuando el mundo era grande, porque el transporte era dificultoso, la cercanía a las vías de comunicación era la característica fundamental para los grandes vinos. Rioja nunca hubiera existido sin el tren, que le permitió exportar sus vinos. Victoria y Barossa se inventaron cuando vinieron los clientes. Crimea y Cotnari fueron terruños de gran prestigio, mientras Rusia los cuidó (pronto se verá Crimea ser de nuevo un gran terruño).

Hoy por hoy el mundo es más pequeño, el vino viaja más rápido, y nuevos terruños aparecen: Central Otago, Montsant, Swartland, Elquí, Oregón, ……

China, la gran potencia, quema las etapas de americanos y europeos a velocidad de vértigo. Las razones para ellos son su propia talla como país, el crecimiento de su inmenso mercado interno, su sistema de gobierno poco dado al debate, y decidido en el apoyo al vino como alternativa a los destilados de cereales, y el estado del arte de ciencia y tecnología vitivinícolas.

Las primeras regiones vinícolas chinas se situaron, como es de esperar, en proximidad a sus mercados. 58% de la producción total de vino en China, y más del 90% de la de vino a partir de Vitis vinífera, tiene lugar en Shandong, Hebei y Henan, en el Este. Pero allá la estación cálida es también la estación húmeda, y hay otros problemas para que puedan llegar a ser regiones de vino de gran calidad.

En el Oeste se encuentra la por ahora diminuta región de NIngxia. En 2012, Ningxia produjo unos 16.5 millones de litros de vino, el 1.2% del total nacional. Pero planean plantar unas 66,000 ha de viñedos (más que toda Rioja), y crear una centena de nuevas bodegas para el 2020. Pocos vinos se venden a menos de 200RMB (30€) y no es raro encontrar vinos a 500RMB.

¿Qué hay de tras de este movimiento? Indudablemente, un potencial cualitativo, con una climatología muy seca (Ningxia es casi un desierto). Pero con muchas dificultades. El clima es extremadamente continental, pasando de un calor sofocante en verano a temperaturas por debajo de los 30°C bajo cero en invierno. De hecho, todas las viñas se entierran en invierno para que puedan sobrevivir. Este penoso trabajo manual tiene un coste enorme tanto directo como en términos de una mortalidad espeluznante de las viñas. En Ningxia casi no llueve, hay que regar. Los suelos tienen mucho potasio, lo que hace que los pH de los vinos sean altos, y haya que corregirlos sistemáticamente. Y además el viento es terrible; hay que plantar árboles parapeto en torno a los viñedos. Para acabar de complicar las cosas, no hay cultura alguna del vino en esta región, con fuerte influencia musulmana. Pero las uvas pueden madurar bien, y la combinación de su gran altitud (1200m) y fuerte insolación es positiva.    

No parecen los mejores argumentos para invertir fortunas, como se está haciendo. De hecho, en mi descripción faltan los elementos humanos. Ante todo, unos pioneros, Emma Gao y Gao Lin, su padre, él antiguo oficial en el ejercito de Mao, ella enóloga por Burdeos, ambos originarios de Yinchuan, la capital de NIngxia, que crearon en 2007 Silver Heights, una pequeña bodega de vinos de bella calidad. Mi favorito es The Summit, un cabernet denso y moderno, que se vende a 500RMB. Llegarán muy lejos, con su concepto de bodega de garaje de alta calidad.

Luego, los inversores institucionales chinos, algunos “normales” como Lilan Winery, en construcción cuando les visité, con unas 100 ha recién plantadas (compran uva como casi todo el mundo en la zona), con algún vino prometedor sin más como el Lan Cui Cabernet o el Pinot noir, pero con todo para llegar a producir grandes vinos en el futuro. Otros inversores son más impresionantes, como Helan Soul, una inmensa propiedad de más de 7000 ha, 1400 de ellas apenas plantadas, y diez bodegas conectadas. Los vinos son muy técnicos y muy caros, alguno como el Syrah a 300RMB, rico de fruto pero corto de acidez.

El tercer grupo son los inversores públicos. El sector chino del vino es el más concentrado del mundo. Está dominado por cinco grandes empresas públicas, presentes en muchas regiones. COFCO plantó un viñedo de 1500 ha en 2010 y abrió su bodega, de diseño italiano, muy atractiva, en 2012. Entre sus vinos me quedo con el Château Yunmo Reserve Cabernet Franc, maduro, bien estructurado.

También hay inversores extranjeros, nada menos que LVMH con una bodega y viñedo para hacer vino espumoso bajo el nombre de Chandon. Es una joint venture, en China no se puede comprar tierra, bastante alucinante. La bodega, impresionante, se abrió en junio del 2013, mientras que el viñedo se plantó en 2012. Nunca antes había vista el huevo antes que la gallina. Los vinos de ahora, a partir de uva comprada, no me impresionaron, pero conociendo esta empresa, esperen cosas muy interesantes.

Termino con el elemento humano fundamental para esta región. El gobierno chino quiere crear un foco de desarrollo económico inspirado en Rioja, Napa o Toscana, uniendo vino de gran precio y muchas atracciones turísticas (entre ellas un parque temático de películas chinas espectacular). Hay una motivación política fuerte, que facilita grandes inversiones, y asegura buenos clientes. La intención es poner China en el mapa de los grandes productores del mundo, en calidad tanto como en calidad. Y no duden que, al menos en parte, lo conseguirán. Pedro Ballesteros MW, el redactor de este artículo, es el que está más a la derecha.

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