Cvne y los bronquios de Don Eusebio Real de Asúa

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Jugando con el título de la novela más importante del siglo XX, de Gabriel García Márquez, buscamos las bodegas centenarias más representativas del país. Hay muchas con más de cien años, pero no son tantas las que continúan en manos de las familias que las fundaron. Son ellas el objeto de nuestra curiosidad. Comenzamos por CVNE, en La Rioja.

Haro siglo XVIII: el Siglo de las Luces. Los habitantes de Haro que se dedicaban al vino, ya empezaban a tener algunos corchos, botellas de cristal, garrafas, lacres, pero desde luego aún no tenían luz. De la vecina Francia les llegaban los métodos de vinificación ya experimentados por tierras del Médoc como el del envejecimiento en madera. Un religioso de Labastida, Don Manuel Quintano, dicen que empezó a envejecer sus vinos en su bodega. Incluso llegó a ser deán, pero siempre fue un gran precursor en materias enológicas. Un avanzado y sobre todo, afrancesado.

Cartel anunciando los vinos de CVNE de 1902Cartel anunciando los vinos de CVNE de 1902Hasta entonces, en Haro como en todo el resto de La Rioja y del país, los vinos tenían que ser del año… Y si no se acababa la cosecha, los excedentes del año servían para argamasas o simplemente se tiraban a la calle. Ríos de vino corrían por los pueblos de aquella España dieciochesca. Y siguieron corriendo hasta bien entrado el siglo siguiente, el XIX, que es realmente el que marcó el nacimiento del rioja y sus bodegas.

Haro Siglo XIX: hongos e insectos. De la vecina Francia llegaron muchos vinateros franceses en busca de sus vinos, buenos, malos o regulares. Daba igual. Necesitaban vino porque el hongo maldito del oídium, que atacó antes que la terrible filoxera, condujo sus pasos, ávidos de vino, a tierras riojanas donde los viñedos aún estaban sanos. Venían de Montpellier, de Burdeos,... de todas las zonas vinícolas francesas a comprar vino. Siempre hay uno que se beneficia de las desgracias de otro. Es la vida.

Interior de una bodega antiguaAsí se guardaban las botellas antiguamenteYa casi en el siglo XX, esta ciudad riojana se convirtió casi en la capital del país, pues no en vano podía presumir de ser la primera ciudad donde sus calles estaban iluminadas por luz eléctrica! La frase famosa ¡Haro-París-Londres! se acuñó en aquellos años dada la importancia y modernidad de la ciudad riojana. Sus habitantes en un derroche de orgullo chauvinista la pusieron a la altura de esas dos grandes capitales europeas.

Hongos, insectos y ambiciones

Eusebio Real de Asúa, uno de los fundadores de CVNEEusebio Real de Asúa, uno de los fundadores de CVNEBilbao Siglo XIX. Más o menos mientras los franceses compraban vino en tierras riojanas porque el oídium y la filoxera había acabado con sus vinos, en la ciudad de Bilbao el vino se había acabado por culpa, esta vez, de la ambición humana. Carlos María de Borbón, duque de Madrid, quería convertirse en rey de aquella España políticamente convulsa y enológicamente floreciente, con el nombre de Carlos VIII. Consecuencia: la tercera de las Guerras Carlistas con su trágico número de muertes. La ciudad de Bilbao sufrió un duro y largo asedio por las tropas carlistas y se acabó el pan, el vino y todo.

Gracias a los defensores liberales (del liberalismo de entonces) partidarios de la reina Isabel II y de una monarquía constitucional, y a las tropas aliadas, el 2 de mayo de 1874, Bilbao consiguió ser liberada. Entre aquellos defensores del asedio, dos hermanos, Eusebio y Raimundo Real de Asúa. Jóvenes de buena familia bilbaína, educados en liceos franceses que lucharon en las trincheras de aquel brutal asedio.

Los frágiles bronquios de uno de ellos, Eusebio, se debilitaron aún más tras las duras condiciones sufridas en la defensa. Llegada la paz, decidió dejar el húmedo “bocho” (Bilbao) y trasladarse a climas más benignos. Los médicos le recomendaron las sanas tierras riojanas y eligió Haro seguramente por razones del florecimiento que estaba teniendo la ciudad y por la gran presencia de extranjeros, sobre todo franceses.

Eusebio tenía muchas relaciones con el país vecino debido a sus estudios en Burdeos. Allá marchó un día de 1877 según palabras del querido y desaparecido amigo Manuel Llano Gorostiza, el gran historiador del Rioja: “acompañado por el matrimonio formado por el cochero y su mujer, excelente cocinera, en un landó al que seguía de cerca un carretal repleto de enseres.

En Haro alquiló un piso donde primeramente vivió solo. Cuando llegaban las vacaciones escolares, le acompañaban su mujer y sus hijos” (Del libro Un vaso de bon vino).

Corcuera, Real de Asúa y compañía

Encontró una ciudad floreciente y llena de comerciantes franceses. Enseguida trabó amistad con las fuerzas vivas de aquel Haro que estaba a punto de iluminar sus calles con la electricidad (Don Eusebio Real de Asúa era persona principal y adinerada) y especialmente con Isidro Corcuera, riojano de gran conocimiento de la zona y de sus viñedos. Entre ambos y el asesoramiento de un negociante francés, compañero de estudios de Eusebio, Louis M. Perré estructuraron el negocio.

Raimundo Real de Asúa, otro de los fundadores de CVNERaimundo Real de Asúa, otro de los fundadores de CVNEEl 24 de marzo de 1879, se escrituró ante notario de Haro, la sociedad colectiva mercantil “Corcuera, Real de Asúa y Compañía”. El hermano de Eusebio, compañero de trincheras, Raimundo, también entró en ella así como varios socios más. Como no podía ser menos, la sede social de la nueva sociedad se estableció en Bilbao, en la zona denominada el Ensanche.

Mientras, en Haro se compraban terrenos y huertas para ubicar lo que llamaban entonces centro de vinificación, y una nave de destilación, que finalmente se situó en Alfaro. En Haro se eligió Cantarranas, muy cerca del río Ebro, cruzando el puente. Lo que hoy es bien conocido por el barrio de la Estación y que alberga la mayor concentración de bodegas que pueda encontrarse, la mayoría de ellas históricas pero también alguna con sólo 25 años. Alrededor de un patio central se diseñaron distintas edificaciones cuatro naves de distintas medidas, talleres de tonelería, depósitos de orujo, fraguas, alambiques, lavaderos, prensas.

Poco tiempo después “Corcuera, Real de Asúa y Compañía” amplía su capital y se convierte en sociedad anónima, cambiando su nombre por el actual, “Compañía Vinícola del Norte de España”, CVNE para todos. Sin duda la más importante empresa dedicada al vino en la rioja de aquellos finales de siglo XIX. Una de las dificultades que la nueva compañía encontró en su rápido desarrollo fue la escasez de proveedores para sus necesidades, toneleros, máquinas, aparatos para laboratorios, mangueras, clarificantes, azufre. Podríamos decir que la fuerza de CVNE estaba en aquellos años por encima de lo que podían vender. La industria nacional aún no estaba preparada para abastecer la demanda que CVNE necesitaba y nuevamente fue Francia la que abastecía.

Tintos tipo Medoc, Graves, Borgoña...

En aquellos años los vinos de CVNE eran blancos, claretes, tintos, espumosos al más puro estilo champagne, elaborado por maestros que llegaban a tal efecto del Reims y Epernay. La influencia francesa seguía siendo fundamental e incluso las elaboraciones tintas de la bodega presumían oficialmente en sus ya existentes etiquetas de nomenclaturas tales como: tipo Borgoña, tipo Medoc, tipo Graves…

A los destilados elaborados por la misma compañía en sus instalaciones de Alfaro, se les llama cognac... tan tranquilamente. Es normal puesto que en aquellos años aún no existían organismos controladores de nombres y denominaciones y Francia y sus vinos eran los modelos a seguir. Pero lo que si resulta curioso en esta afrancesada manera de bautizar sus tipologías de vino, que al espumoso que se elaboraba en CVNE, de gran prestigio y aceptación en el mercado, nunca se le llamó champagne, sino espumoso de Rioja.

Tan bien marchaba la venta del espumoso de Rioja de CVNE, elaborado a la manera tradicional, que la compañía se instaló en la propia región francesa de Champagne, con la ayuda del hijo de Perré, el compañero de Liceo de Eusebio Real de Asúa. Pero los auténticos champagnes de CVNE nunca llegaron a ver la luz como tales, se vendieron a otras prestigiosas bodegas de la zona pues se decidió deshacer el negocio francés.

Antigua línea de embotellado Antigua línea de embotellado La mayoría del vino se vendía en bocoyes y barricas. Se embotellaba un porcentaje muy minoritario. Es más, lo suyo es que se embotellara en destino, en las delegaciones o incluso en el propio hotel o restaurante que lo demandaba. Hasta allí se desplazaba un hombre de CVNE con los aparejos de embotellar, tras haber enviado anteriormente, el vino en bocoyes o barricas.

Así las cosas va terminando el siglo XIX y llegando el XX con la moda de las Exposiciones Universales, verdaderos palenques para el comercio internacional y llegaron los oros y platas para los vinos de CVNE. Pero también llegó la filoxera a La Rioja. La situación pudo salvarse en la Compañía Vinícola del Norte de España gracias a las previsiones y contactos que esta firma tenía, y que ha había empezado a importar porta injertos resistentes al insecto y almacenado grandes cantidades de vinos en toneles, barricas y botelleros.

Aunque los éxitos de sus tipo Borgoña, blancos tipo Sauternes, Mèdoc,… continuaban, CVNE buscaba ya en aquellos años, singularidad de “terroir” a su manera. Buscaba un tipo Rioja y lo consiguió con su obra máxima para aquellos tiempos, su CVNE Clarete, elaborado sólo con uvas de la rioja alavesa y de la Rioja Alta. Todo un vino de pago para aquellos tiempos. El éxito fue tremendo.

Con el tiempo, la bodega fue suprimiendo las denominaciones tipo Borgoña, tipo Sauternes, creando marcas tales como Monopole, los CVNE Clarete 3º Año, 4º Año. los Reserva Hotel Palace, Reserva Club Naútico, etc. embotellados para tales restaurantes y entidades. La demanda de este tipo de Reservas para diferentes establecimientos fue aumentando tanto que decidieron hacer un Reserva para todos.

El famoso Imperial nació de una botella llamada pinta Imperial, de fabricación inglesa y de 600 ml de contenido que al parecer resultaron idóneos para determinados mercados de embarcaciones deportivas. Imperial se quedó como gran marca de la casa en el año 1928. En 1940, tras la contienda, se buscaron nuevos viñedos por tierras de El Ciego cercanas al camino real, de ahí Viña Real, que también servía para homenajear en parte a los hermanos Real de Asúa.

Y así se escribe la historia de la Compañía Vinícola del Norte de España y de sus principales y más emblemáticas marcas que siguen siendo un referente en la CVNE del siglo XXI.

Web: http://www.cvne.com

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