Louis Roederer, sello de lujo y glamour

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Lujo, glamour, excelencia, prestigio,…, son vocablos que no son necesariamente antagónicos de humildad, constancia, trabajo, esfuerzo,… Nuestra visita a esta gran Maison de la Champagne nos hizo ver que para llegar al máximo nivel y mantenerse en la élite, hay que ser muy rigurosos y trabajar día a día. Esta es nuestra particular visión de Louis Roederer.

El Presidente de Louis Roederer, Frédéric Rouzaud, con el diseñador Philippe StarckEl Presidente de Louis Roederer, Frédéric Rouzaud, con el diseñador Philippe Starck

En pleno corazón de Reims se encuentra la casa donde “viven” los excelentes vinos que elabora, desde hace ya unos siglos, esta bodega de la Champagne.  Roederer es una de la pocas casas que todavía son independientes y que sigue en manos de la familia original que la creó.

Al contrario de lo que hacían otras bodegas de la champagne hace un par de siglos (S.XIX), que compraban uva a los diferentes vignerons de la zona, Louis Roederer, decide, sabiamente y con visión de futuro, en función de cómo se ha desarrollado posteriormente la historia, que en lugar de comprar uva a terceros, lo más inteligente es adquirir viñedos muy determinados, los mejores, de forma que todo el seguimiento de la evolución de los mismos esté bajo su control.

Los vinos de Roederer, dada su calidad, y también por una cuestión lógica de expansión de negocio, empiezan a viajar y uno de sus primeros destinos son los Estados Unidos de América y Rusia. En este momento, estamos hablando de finales del siglo XIX (1870), según cuenta la historia, sucede un hecho que provocó que los vinos de Roederer comenzasen a adquirir la etiqueta de excelentes. En Rusia gobernaba en aquella época el Zar Alejandro II, conocido como “el Lincoln Ruso”. Dado el nivel de exigencia del personaje, Louis Roederer II crea lo que hoy se considera una “cuvée de prestige”.

Se cree que el zar, temía por su vida, y pensaba que podía sufrir algún tipo de atentado, por lo que ordenó que las botellas con este vino tenían que ser transparentes, de forma que se pudiese ver cualquier cosa extraña introducida en las botellas. Un vidriero flamenco fue el encargado de crear esta nueva botella, que además, tenía el fondo plano, al contrario de la típica botella para champagne. El nombre de esta cuvée creada para el extravagante personaje es de todos conocida… CRISTAL.

Cristal es uno de los champagnes más degustados por celebridades e incluso ha “participado” en alguna película como “Lost in translation”, de Sofía Coppola, o “Four Rooms”, de Quentin Tarantino. De esta cuvée, en el año 2013, se comercializó una edición limitada de la añada 2002 cuyo precio (21.000€) no está al alcance de todos los bolsillos. Botellas doble Magnum (3L) que están “vestidas” con una malla de oro de 24 quilates. Una joya.

Con el paso de los años, diferentes miembros de la familia se han hecho cargo de la maison y, a día de hoy, la séptima generación Roederer, representada por Frédéric Rouzaud Roederer, siguen fieles a un estilo… y que dure.

Pero aparte de estas curiosidades históricas, es necesario explicar la forma de trabajar que tienen y que dan lugar a estos excelsos vinos con reconocimiento a nivel mundial.  Como ya comentábamos anteriormente, casi la totalidad de la uva utilizada para realizar los vinos Roederer es de su propiedad. El pequeño porcentaje de uva comprada va destinada únicamente a la creación de su excepcional Non Vintage, denominado Brut Premier (escogido mejor Non Vintage del mundo hace un par de años por Decanter). Curiosamente, la mayor parte es Pinot Meunier, ya que la maison apenas tiene viñedos de esta variedad.

El resto de sus champagnes son producidos con uvas propias. 240 hectáreas, 410 parcelas, que están situadas exclusivamente en los Grands Crus y Premier Crus de la montaña de Reims, el valle del Marne y  la Côte des Blancs. Son mimadas y atendidas con esmero por parte de los trabajadores de la casa. Cada parcela tiene sus particularidades y se la cuida como si de un hijo se tratara, lo cual permitirá lograr un excepcional nivel de madurez de la uva.

Según nos cuenta el Chef de Cave, Jean-Baptiste Lécaillon, “el 25% de sus viñedos están en cultivo biodinámico”, lo cual nos deja gratamente sorprendidos. Tienen claro que la tierra tiene que ser bien tratada y ser sana para que dé un champagne de calidad. Trabajan con levaduras propias de sus viñedos y son la única maison, que nosotros sepamos, que hacen selección masal (La selección masal consiste en seleccionar las mejores plantas de vid de las mejores parcelas, para ir creando poco a poco una «viña de la Casa», de calidad excepcional.).

Está claro que en Roederer apuestan por ir aumentando el porcentaje de viñedos bajo la fórmula biodinámica, y ello les dará, con toda seguridad, grandes satisfacciones reflejadas en sus vinos. Seguirán teniendo los grandes champagnes de siempre, los de añada con sus pequeñas particularidades y las cuvées seguirán en su línea.

Pero en Roederer también experimentan e innovan, y fruto de ello ha aparecido este año, por primera vez en la historia de esta bodega, un champagne único… un Brut Nature Millesimé. Para ser más concretos, es del 2006. Según lo define Jean-Baptiste Lécaillon, “el Brut Nature es simplemente la consecuencia de la sustancia excepcional del vino, de esta nota cremosa, cubierta, aterciopelada, que no requiere ninguna dosificación. Y que revela el vino en toda su pureza.”

Este excepcional vino se ha realizado en colaboración con Philippe Starck. Es un vino elegante, con una efervescencia suave y sensual.

Seguramente, en el futuro, al igual que hemos tenido esta “sorpresa”, en forma de vino excepcional y diferente de lo habitual, tendremos otras novedades. Pero una cosa nos ha quedado clara… Roederer es Roederer.

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