ALVEAR: Nobles, políticos, militares y bodegueros

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La bodega más antigua de Andalucía y la segunda de España. ¡Creada hace 288 años! La octava generación de los Alvear, apellido de gran enjundia y nobleza, sigue llevando el nombre de Montilla por todo el mundo.

La historia comienza en Nájera (La Rioja) bien entrada la segunda mitad del siglo XVII, cuando el alcalde de la villa, un distinguido caballero Juan Bautista G. de Alvear y Garnica, de noble origen y funcionario de la Hacienda Real, es destinado a Córdoba como Administrador de las Rentas Reales. Dada su condición, posición y cargo, casó enseguida con una noble y distinguida dama cordobesa.

Diego de Alvear y Ponce de León Su hijo Diego de Alvear y Escalera, salió más aficionado al campo que a las finanzas reales, y se dedicó a adquirir muchas fincas por tierras cordobesas, especialmente cercanas a Montilla. Quería ser viticultor y bodeguero. Puso la primera piedra de la gran bodega cordobesa. Era el año 1729, en los albores del siglo XVIII y en Andalucía no existía ninguna bodega como tal. Es decir, con nombre, marca y registro. Se considera por tanto la primera bodega “oficial” con este nombre. Santiago, su hijo, impulsa enormemente el negocio llevándolo hasta metas desconocidas en aquella Montilla rural de mil setecientos… consiguiendo incluso llevar un cargamento de sus vinos a Inglaterra.

Aquellos vinos no eran exactamente como son hoy, pero sin duda sí que eran de la variedad de uva llamada Pedro Ximénez, porque su existencia por estas tierras cordobesas está documentada desde el siglo XVI. Aquella primitiva bodega creada por Don Diego de Alvear y Escalera, en la villa de Montilla, no forma parte actualmente del gran complejo de edificios y jardines que conforman la bodega Alvear. El edificio fue cedido por los Alvear, a una orden religiosa para fundar un colegio. Aquellas naves que sirvieron de crianza de vinos desde entonces y hasta hoy, son una escuela. Tanto los vinos como los niños requieren de una buena educación. Madera para pupitres y madera para barricas. Educación de niños donde anteriormente se “educaron” los vinos.

Diego de Alvear y Ponce de León, uno de los sucesores de la saga bodeguera creada por el antepasado del mismo nombre y apellido, fue todo un personaje que disfrutó de una vida rica en aventuras políticas, militares y enológicas. En pleno siglo XVIII no debía ser fácil poder compaginar su clara vocación militar, y política, con el ya importante legado de viñas y bodega de su familia.

DE MONTILLA A LA ARGENTINA  

Fue destinado a lo que entonces se llamaba el Virreinato del Río de la Plata, que lo creó el rey Carlos III de España, motivado por la importancia económica y comerciar de esas tierras del cono sur (Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia)  propiedad todavía de la corona española, pero muy disputadas por parte de brasileños, franceses e ingleses,

Fue general durante casi 30 años en el virreinato de Vía de la Plata. Allí Diego de Alvear y Ponce de León pasó casi 30 años de su vida sirviendo a los intereses de España. Se casó con una distinguida dama porteña y tuvo varios hijos. Cuando pudo volver a la metrópoli, a España, lo hizo con toda su numerosa familia., y al mando de una escuadrilla de la que formaba parte la célebre fragata “Nuestra Señora de las Mercedes” –fragata que se hizo recientemente muy famosa por el litigio con la empresa recuperadora de pecios, Odyssey- cuando ésta fue atacada frente a las costas portuguesas por barcos ingleses, a pesar de que ambos imperios no se encontraban oficialmente en guerra en aquellos años.  La María de las Mercedes, donde viajaban su mujer y todos sus hijos menos uno de ellos, que iba con su padre en otra de las fragatas de la escuadrilla, fue violentamente atacada y hundida por los cañones ingleses. Diego de Alvear y su hijo de Carlos María, de 9 años, vieron cómo se hundía el resto de la familia ante sus ojos.

El conflicto militar y diplomático que este ataque desencadenó, tuvo aparte de las numerosas muertes de los ocupantes de la fragata María de las Mercedes, la detención del Diego de Alvear durante una larga temporada en Inglaterra, donde conoció a la que sería su segunda esposa, una inglesa llamada Rebecca Ward.

DE INGLATERRA A CÁDIZ

Resuelto el conflicto, Diego de Alvear vuelve a España y es nombrado gobernador militar de Cádiz, en plena guerra de la Independencia. Por lo que su papel como defensor ante las tropas, francesas esta vez, de la ciudad de Cádiz, fue de enorme importancia. Pero todos estos avatares no le arredraron para seguir con su bodega montillana.

Debido a su nuevo matrimonio, los lazos con Inglaterra fueron de extraordinaria importancia para su negocio de vinos, y propiciaron la apertura de un excelente mercado para sus vinos. Sabina, una de las hijas que tuvo con Rebecca Ward, llevaba todos los negocios desde Inglaterra. Una adelantada a su época. Su hermano Francisco dejo su carrera militar –era coronel director de la Fábrica de Armas de Sevilla- para ocuparse asimismo de la bodega en Montilla, no sin antes fundir el hierro de cañones capturados a los franceses, y convertirlos en los leones que adornan la entrada principal del Congreso de los Diputados.

Diego de Alvear y Ponce de León murió en 1849, con más de 80 años, y con la satisfacción de haber compaginado sus hazañas y avatares político militares, ahora con la ayuda de sus hijos, con su negocio vinatero. Creó  una de las marcas de vino más antiguas del país: “Fino C.B.” que responde a las iniciales de Carlos Billanueva, un fiel e inteligente asistente que tuvo en su larga estancia en Argentina, al que reclamó para su negocio vinatero cordobés, y convirtió en capataz de la bodega, figura de gran importancia tanto en las bodegas jerezanas como montillanas. El capataz era el auténtico responsable de los vinos, y mucho más en aquellos años en los que los enólogos no existían como tales. Hoy esta marca sigue siendo la marca del fino más conocido de Alvear.

Su hijo Carlos María, el que se salvó del naufragio, permaneció en su Argentina natal, y fue un destacado militar, político y diplomático cuya descendencia han conformado un apellido de enorme prestigio y predicamento en este país desde entonces hasta la más rabiosa actualidad. Los Alvear son considerados como uno de los apellidos de mayor abolengo del país.   

OCTAVA GENERACIÓN

Actualmente muchos cargos de responsabilidad, empezando por la dirección general, están ocupados por la octava generación de la familia, cuya bodega goza de excelente salud y ha sido una verdadera pionera en el mundo de los finos, amontillados, olorosos y vinos dulces de Montilla. Han sido pioneros  lanzando al mercado un Pedro Ximénez dulce, sin la crianza tradicional de criaderas y soleras; es decir, de añada. El correspondiente al 2011 consiguió 100 puntos Parker que es como tocar el cielo. También en su gama de finos, con crianza biológica bajo velo de flor, fueron pioneros desde 1998, sacándolos al mercado al estilo añada, y con uvas procedentes de una sola finca.

PX Solera 1910, Palo Cortado Abuelo, Fino Capataz Solera de la Casa, PX Solera 1927, el “buque insignia” de la bodega… Sorprende la cantidad de marcas de prestigio tanto en la versión añada, con crianza estática, como en la tradicional, la que mantiene el sistema tradicional de criaderas y soleras.

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