La revolución de las garnachas

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Variedad garnachaVariedad garnacha (© Josh McFadden)Para los paladares curiosos con acusada tendencia enópata, entre quienes me cuento, uno de los focos de interés en la reciente edición de la feria Alimentaria de Barcelona fue el evento organizado por la nueva asociación Terra de Garnatxes. Que, en realidad, fueron dos: por la mañana, una multitudinaria master class en el salón Intervin, con cata de garnachas del mundo, a cargo de los sumilleres Xavier Ayala –presidente de la Asociación Catalana de Sumilleres y honorable miembro del comité de cata de esta revista– y Kelly McAuliffe, americano de confesa pasión garnachera; y por la noche, la G-Night, una gran fiesta en el hotel Omm, con presencia de 25 bodegas españolas y francesas y degustación a discreción de sus vinos.

Viñedos Domènech. Bodegas Vinyes Domènech. D.O. MontsantViñedos Domènech. Bodegas Vinyes Domènech. D.O. MontsantLa feliz jornada garnachera no hizo más que confirmar lo que muchos ya intuíamos: que la revolución de las garnachas es el fenómeno más excitante que ofrece en estos días el panorama del vino vernáculo. Esta evidencia no resta mérito, ni mucho menos, a la iniciativa de Joan Ignasi Domènech, propietario de Vinyes Domènech y a la sazón fundador de Terra de Garnatxes. Según el mismo me confesó, la idea le asaltó en la incómoda butaca de un avión, cuando regresaba de un largo viaje, hastiado de sus ímprobos esfuerzos por convencer de las virtudes de las garnachas a sordos mercachifles que sólo buscan beneficiarse del cartel de tempranillos y cabernets. “¿Por qué no unir las fuerzas con otros productores de garnacha?”, se preguntó entonces el bueno de Domènech. Y así fue como logró que le secundaran otras tres bodegas catalanas –Edetària, Clos Figueras y Masia Serra– y Nicole Rolet, presidenta de Grenache Symposium le diera su bendición.

Viñedos Edetària. Bodegas Edetària. D.O. Terra AltaViñedos Edetària. Bodegas Edetària. D.O. Terra AltaPara que la presentación en sociedad de Terra de Garnatxes se convirtiera en un evento masivo, con la participación de tantas bodegas, sólo hizo falta que corriera la voz. Y que las instituciones gubernamentales no metieran sus narices en el asunto. Esperemos que, tras una puesta en largo tan ilusionante, Terra de Garnatxes se convierta en un club de garnacheros de bien que gracias a este marco puedan sacar provecho de sus propias sinergias, sin dejar afuera a nadie. En todo caso, el nacimiento de Terra de Garnatxes es un acto de justicia histórica con una variedad que durante mucho tiempo fue la más extendida del viñedo español pero que hasta hace poco sufrió el menosprecio de quienes la consideraban apenas apta para producir tintos peleones, alcohólicos y de corta vida.

Afortunadamente, la nueva generación de enólogos ha conseguido reivindicarla, demostrando que con vinificaciones más rigurosas la garnacha es capaz de tocar el cielo. Es una uva bondadosa y noble, que soporta con entereza los rigores de los climas más secos y calurosos y las tierras áridas y pedregosas. Además, gracias a su facilidad para adaptarse a todo tipo de terrenos, puede ofrecer vinos muy versátiles: tintos suculentos y frutales en Aragón, elegantes en el Priorat, frescos y singulares en Toledo y Madrid, complejos en Rioja…

Viñedos Edetària. Bodegas Edetària. D.O. Terra AltaViñedos Edetària. Bodegas Edetària. D.O. Terra AltaY lo mejor de todo es que la garnacha no es sólo una. ¡Hay toda una familia de garnachas! La más difundida es la tinta, cuyas virtudes y difusión por los viñedos peninsulares acabo de versar. Pero hay también una garnacha tintorera, santo y seña de la joven D.O. Almansa, que antiguamente se utilizaba –como sugiere su nombre– para dar color a vinos de poca intensidad cromática, pero que está comenzando a revelar sus encantos para dar a luz tintos de seductora suculencia. Y una garnacha peluda, más rara, pero que está apuntando matices de gran elegancia y carácter en vinos de nuevo cuño, como el flamante Finca La Personal 2009 que acaba de presentar el mago garnachero Joan Ángel Lliberia, de la bodega Edetària (D.O. Terra Alta). E incluso una garnacha gris, que se da –aunque discretamente, hay que decirlo– en el Empordà, el sur de Francia y el Bajo Aragón, y aporta un toque de exotismo a blancos de perfil goloso y exuberante. Sin olvidarse, por supuesto, de la garnacha blanca, que últimamente ha revelado su magnífico potencial para soportar la fermentación y crianza en barricas sin perder su frescura y mineralidad, dando lugar a vinos excelentes, tanto en el litoral mediterráneo español como en el Rosellón.

En síntesis, la de las garnachas es una familia tan numerosa como la de las pinots. Y la tenemos mucho más a mano. De modo que habrá que sacarle, de una vez por todas, buen provecho.

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