Ana Brito inspira un gran moscatel.

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Es un vino natural elaborado con uvas de las cepas más antiguas de la finca, anteriores a 1950 y algunas del siglo XIX.

Hoy como ayer, EL GRIFO (www.elgrifo.com) es una pequeña gran familia. Hubo un tiempo en el que los propietarios, los trabajadores y sus descendientes vivían en la bodega. Era su hogar y el centro en torno al que giraba su día a día. Se cumplían los ciclos, es decir, llegaban al mundo nuevas vidas y otras se despedían, del mismo modo que la naturaleza cumplía su cometido, con cada vendimia.

Entonces, los vinos se identificaban con el acontecimiento familiar clave de los últimos 12 meses para que todos pudieran recordarlo. Así, 1824 sería el año del volcán y 1869 el del fallecimiento de Rosalía, propietaria de la mitad de la bodega y que tuvo lugar en la propia finca. Ana Brito vio la luz un día de 1881 y, en su honor, Manuel García Durán, bisabuelo de los actuales propietarios, denominó el vino de esa añada como “El vino de Ana”, siendo hoy la solera más antigua de la bodega. Cien años más tarde, en 1981, se inició la comercialización del “Moscatel de Ana”, a partir de vino añejo de esa variedad. 

Curiosamente, Ana era tía-abuela de Juan Brito, quien en los años 60 trabajó como persona de confianza de Antonia Rodríguez-Bethencourt, madre de los actuales propietarios. Sabedores de su origen y de la importancia de construir unidos, su último lanzamiento es una edición limitada de 5.000 botellas, que se convierte en un homenaje a quienes contribuyeron y contribuyen al éxito de EL GRIFO.

Las cepas más antiguas

Las uvas Moscatel de Alejandría con las que se elabora este vino dulce proceden de las cepas más antiguas de la finca, del llamado viñedo de lo imposible. Son anteriores a 1950 y algunas datan del siglo XIX, todas ellas cultivadas a pie franco en ‘chabocos’, es decir, en agujeros en la lava volcánica, dada su exigencia de agua.

Una vez cortados los racimos, se mantiene la costumbre de asolar los racimos, es decir, se exponen al sol durante una semana. EL GRIFO es la única bodega de las islas que mantiene esta tarea como antaño, con el objetivo de obtener más azúcar y necesitar menos alcohol añadido, dado que antaño era caro.

La fermentación se interrumpe mediante adición de alcohol cuando los azúcares alcanzan unos 90 g/l, y se somete el vino a una crianza de 30 años aproximadamente. Justo en el momento del embotellado se añade un 10% de Moscatel joven.

En cuanto a su color es ámbar brillante con reflejos de caramelo, limpio y brillante. El aroma es complejo dado que se aprecian notas oxidativas de la larga crianza en barrica. En boca se perciben notas de fruta confitada, frutos secos y hierbas aromáticas procedentes del varietal.

Las sobremesas que se prolongan en buena compañía, en familia y con amigos, son idóneas para compartir el nuevo Moscatel de Ana Brito de EL GRIFO. Con quesos curados y chocolate es perfecto, pero no solo...  Su elevada acidez natural impide que resulte empalagoso, presume de un final largo y elegante. En definitiva, es un vino muy especial para recordar momentos únicos.

PREMIOS

2016 Concours Mondial Bruxelles (Bélgica), Gran Medalla de Oro

2016 Vinalies Internationales (Francia), Gran Medalla de Oro

2016 Challenge International du Vin (Francia), Plata

2016 Mundus Vini (Alemania), Oro

2016 Berliner Wein Trophy (Alemania), Plata

2016 Bacchus (España), Oro

2015 Cervim (Italia), Plata

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